Se trata de un proceso largo. No podemos pretender que nuestros cachorros aprendan esta lección de un día para otro; por muy listos y espabilados que sean. Tal vez, alguna de las reflexiones que expongo a continuación te ayuden a ver de otra manera esta instrucción y a tomártelo con más calma y paciencia.
Los cachorros son criaturas en formación. Su organismo está en constante evolución para llegar a ser en un futuro -no tan lejano - perros adultos bien constituidos y preparados perfectamente para vivir de forma autónoma y equilibrada. Estos cambios se dan tanto a nivel físico como mental. Algunos son notablemente evidentes y otros no tanto. Podemos apreciar cómo adquieren la vista, cómo cambian su pelusilla de cachorro por un pelo de adulto, cómo se caen sus dientecillos de leche y aparecen los definitivos, cómo mejoran su psicomotricidad y coordinan movimientos que antes no podían, cómo aprenden a gestionar la soledad y el distanciamiento con respecto a su figura de referencia (madre o propietario), cómo aumentan de talla y peso, cómo van apareciendo conductas sexuales...
Todo es un continuo proceso basado en una doble plataforma que lo impulsa: Lo genético (o biológico podríamos decir) y lo experimental (el aprendizage conseguido a través de sus vivencias).
Esto es importante tenerlo en mente como punto de partida para comenzar la educación en el control y regulación de sus necesidades fuera de casa. Si bien es cierto que a través de un método de adiestramiento pretendemos enseñarles a controlar sus esfínteres, no debemos olvidar que esto se encuentra supeditado a su mecanismo biológico. Es decir, debemos tener en cuenta a la hora de efectuar este adiestramiento que el cachorro posee una vejiga notablemente más pequeña que la de un perro adulto y consecuentemente, su capacidad de almacenamiento de orina es menor. A esto hay que sumarle que el pequeño aún no es capaz de controlar completamente la retención de orina con lo que tras la recepción del estímulo de micción (necesidad de orinar) el cachorro no es capaz de retener el impulso y orina sin esperar el momento o lugar adecuado. Con el tiempo, esto va cambiando y aprenden a modificar esta conducta.
No existe un patrón fijo de edades que engloble el momento exacto en el que los pequeños deberían conseguir un control perfecto de los esfínteres. Algunos conseguirán este ejercicio a los 4 meses y otros a los 7 meses o incluso 10 meses. Por ello, debemos respetarlo y no presionar al cachorro, ya que poco podemos modificar en su evolución biológica.
Para educar a los cachorros en este ejercicio debemos ser pacientes. Respetemos su ritmo biológico que es tan particular en cada uno. Premiaremos los aciertos y corregiremos con calma los errores evitando los castigos y por supuesto, sin transmitir miedo al cachorro. Es más efectivo basarse en la motivación positiva que en la opresión.
Podemos apoyar este adiestramiento con productos que ayuden al cachorro a realizar con buenos resultados el proceso. Hablo por ejemplo de los paños especiales, productos atrayentes de olor... ¡También el clicker produce resultados muy satisfactorios en este campo! Puedes consultar a tu veterinario. Y por supuesto, apoyáte en la opinión e instrucciones de un adiestrador profesional. De este modo, conseguirás los resultados esperados a través de un método correcto.
Y por favor, olvídate de los consejos populares como el de "meter el hocico en su caca".
Y por favor, olvídate de los consejos populares como el de "meter el hocico en su caca".
Ir a clevercan.es