¿CUÁNDO PREMIAR Y CORREGIR?

El adiestramiento canino en positivo, como ya hemos visto, se basa en la educación del perro a través de premios y en su caso, de correcciones. Pero para que este proceso tenga sentido y de frutos satisfactorios es de vital importancia saber cómo y cuando efectuar los premios y correcciones.

- Los premios:

Son reforzadores positivos de conducta que hacen que el perro desee realizar de nuevo la acción a través de la cual ha sido premiado. Teniendo en cuenta esto, hay que observar qué estamos premiando. Si pretendemos que el perro aprenda una orden, debemos premiar justo en el momento en que la efectúa, ni antes, ni después; sino estaremos premiando otra acción diferente.

Para los ejercicios a distancia, cuando utilicemos premios en forma de comida, se debe asociar el premio a una señal: el sonido del cliker, un "muy bien"... Para que así, sin interrumpir el ejercicio, el perro se acerque a recoger el premio una vez finalizada la acción que previamente le hemos marcado como buena con la señal asociada al premio ("clik", "muy bien"...).



En ejercicios o trucos más complejos de aprender, se deben de ir premiando aproximaciones para, finalmente, premiar la acción definitiva. Es aconsejable hacerlo también en el caso de los cachorros que presentan un nivel de aprendizaje más básico que en perros adultos. Esta técnica consiste en ir premiando los movimientos que conducirán al perro a la acción deseada. Por ejemplo, si queremos enseñarle a hacerse el muerto, iremos premiando poco a poco los movimientos que ayuden a conseguir el ejercicio: primero que se tumbe, después que se eche de lado, que se eche más todavía de costado, un poco más, hasta que premiemos definitivamente la acción de colocarse panza arriba. Es entonces cuando meteremos también la orden verbal deseada para conseguir la acción de "muerto". Así conseguimos conducir de forma segura y sin error al perro hacia la acción que buscamos.

Premiar acciones naturales del perro es una forma de enseñar a realizar trucos o ejercicios de una forma sencilla y sin complicación. Si vemos que nuestro perro tiene tendencia a estirarse frecuentemente, por ejemplo, podemos aprovechar esos momentos para premiarlo e incluir un nombre a ese ejercicio. Así, a la orden de "reverencia" el perro ha sido enseñado sin esfuerzo ha ejecutar esa orden, movimiento natural en él que realizará con gusto.

Por último, aclarar un interrogante que muchas personas presentan: "¿Cuando se le puede dejar de premiar para que haga los ejercicios o ejecute mis ordenes?" La respuesta es: Nunca. De igual modo que nosotros trabajamos a cambio de un salario, los perros trabajarán a cambio de un beneficio, si no, sus acciones no tienen sentido; deben estar guiadas por una motivación que les mueva a realizarlas. Si que es cierto que la cantidad o número de premios puede descender, pero nunca hasta el punto de desaparecer. Al principio, cuando se aprende un ejercicio es bueno que el número de premios sea alto, pero conforme se va mecanizando dicha acción, los reforzadores pueden bajar, lo premiaremos una vez de cada tres, por ejemplo. Eso sí, el descenso se debe hacer de forma gradual, reduciendo los premios poco a poco. O ir cambiando los premios, de comida a caricias o palabras dotadas de significado para él.

-Las correcciones:

Al igual que con los premios, las correcciones se deben emplear en el momento en que la acción se está llevando a cavo. No después. A diferencia de los premios, las correcciones se pueden efectuar antes de que la mala conducta aparezca, si sabemos apreciar los movimientos que anticipan esa conducta. Si sabemos que nuestro perro perseguirá al gato que pasa cerca, no esperemos a que empiece la carrera, en el momento en que el perro mire fijamente al gato y se comience a incorporar... ¡Ya podemos corregirlo! En este caso se debería decir "no" y distraer la atención del perro hacia otro punto: la pelota, un mordedor, comida...

Es preferible que si sabemos que nuestro perro no va a obedecer al "no" o la corrección que le dirijamos,  no la realicemos y que en vez de ello, llamemos su atención para que deje de realizar ese comportamiento y fije su atención en nosotros. Con esto evitamos que aprenda a que puede desobedecernos. Y así, las correcciones tienen sentido y sobre todo, efectividad.

Hay que tener claro también que no podemos corregir al perro por cualquier comportamiento que nos desagrade, tenemos que entender que es un animal y se debe comportar como tal. A sí que decidamos con criterio aquellas cosas que debemos corregir (robar comida, comer la basura, agredir a otros perros...) y cuales es preferible que se le distraiga, se evite la situación, se sustituya una acción por otra, etc.