EL PASEO


Cómo estructurar un buen paseo.

El paseo forma parte de la relación con nuestros perros. Podríamos decir que es uno de los aspectos imprescindibles en ella; pues son esos momentos a los que dedicamos más tiempo y establecemos más estrechamente los lazos que nos unen a nuestra mascota. O al menos debería ser así...

 Lamentablemente existen propietarios que no se lo toman de este modo y para los cueles un paseo consiste en sacar al perro a la calle, soltarlo de su correa para dejar despreocupadamente que corra, haga sus necesidades y vuelvan a casa con "la tarea hecha". Más triste todavía es ver como salen de casa dan la vuelta al edificio y vuelven a casa con satisfacción por parte del amo "¡hoy he conseguido que haga todo en un tiempo record! " Pero sin duda, el mayor error es la sustitución del paseo por el uso del jardín doméstico. Desde ya que quede bien claro: El jardín no sustituye ni mucho menos al paseo.

Aclarados estos puntos veamos la estructura de un buen paseo:

 Lo correcto es que el paseo englobe las siguientes actividades: Una parte de obediencia y otra de tiempo libre y juego. Por supuesto, se le debe dar la oportunidad al perro de realizar sus necesidades en el momento  requerido por este; hay perros que necesitan evacuar justo a la salida y otros en cambio, que lo hacen más adelante.

Lo normal es que contemos con un parque o área de esparcimiento canino donde acudamos habitualmente en nuestros paseos diarios. Así que prácticamente todo paseo comienza por una caminata en dirección al parque. Debemos llevar a nuestros canes responsablemente atados. El problema de tirar de la correa tan habitual es algo que debemos solucionar para hacer el proceso más agradable tanto para nosotros como para nuestro perro.




Antes de empezar el tiempo de juego con nuestro perro debemos trabajar con él ejercicios de obediencia. Esto atiende a una razón: El juego es un premio. Si queremos que nuestro perro mantenga una viva motivación por el juego debemos presentárselo como algo gratificante, un premio que se obtiene al cumplir una tarea. Cuando se trabaja por algo, aquello por lo que se lucha cobra mayor interés y valor. Además, el perro se centra más y está más motivado en los ejercicios de obediencia al saber que después obtiene un premio extremadamente placentero.


No estoy hablando de dar una  paliza de 45 minutos de obediencia. De hecho para los dueños que comiencen a incluir esta estructura de paseo en su rutina diaria les aconsejo que comiencen simplemente por pedir al perro que se siente y después de obedecer esta sencilla orden, lanzar la pelota, sacar el mordedor o cualquier juguete que empleen. Poco a poco iremos incrementando el tiempo y la complejidad de los ejercicios, eso sí, sin saturar al perro. Debemos estar pendientes de mantener una actividad en la que dueño y animal estén implicados, sostenidos por el mutuo interés y una motivación positiva.



Además no tiene por que ser una actividad tediosa, en la calle hay muchos elementos que nos ofrecen inmensidad de nuevos ejercicios: Enséñale a saltar un banco, a quedarse quieto mientras entras a comprar tabaco, a subir y bajar un murete, a dar la vuelta a una farola, a reptar bajo una valla, esperar sentado a que el semáforo se ponga en verde... Y si ya lo ha aprendido perfectamente, siempre podéis jugar al juego de ¡ahora más difícil todavía! Si ya le enseñaste a dar la vuelta a una farola, ahora prueba con un árbol,  con un contenedor, con un edificio... Dale rienda suelta a tu creatividad y te sorprenderás de lo que puede llegar ha hacer tu perro.



Ahora toca jugar. Es importante que los objetos de juego los dispense el dueño. ¿Lo correcto? Que lleves de casa los juguetes con los que vayas a jugar. Una equivocación muy frecuente es jugar con elementos que nos encontramos por la calle: Palos, piedras, trozos de cartón o plástico... Las razones por las cuales debemos evitar esto son varias: Por un lado, acostumbramos al perro a coger objetos del suelo que le puedan parecer atrayentes y puede acabar convirtiéndose en un mal hábito que además entraña sus peligros. Por otro lado, el perro aprende que puede comenzar y terminar el juego cuando a él le apetezca, aprende a buscar su diversión y entretenimiento en el entorno, focalizando su atención en él y no en nosotros, sus propietarios. De modo que el entorno se muestra más atrayente que nosotros y facilita su dispersión dificultando la obediencia a nuestras órdenes.

Por estas razones debemos mostrarle a nuestro compañero que la fuente de diversión y juego está en nosotros. Nosotros comenzamos el juego y nosotros lo finalizamos cuando lo creamos oportuno. Apuntar por último en este aspecto que lo mejor es llegar a un punto en el que nuestro perro se encuentre cansado físicamente pero no saturado del juego. Es decir, no esperemos a terminar el juego porque nuestro perro se haya cansado ya de jugar por aburrimiento o saturación. Debemos mantener en todo momento vivo el interés por el juguete para que siga representando una motivación para él. Por eso, el periodo de juego debe terminar cuando veamos que hemos empleado un tiempo razonable en esta actividad y nuestro perro siga teniendo el mismo interés que cuando le mostramos por primera vez el juguete.

También es bueno que jueguen con otros perros. Si deseamos que se encuentre con otros congéneres suyos y juegue con ellos, lo adecuado es que lo haga después de jugar primero con nosotros. El juego con otros perros no sustituye el juego con nosotros. Y tampoco tiene comparación: No podemos darle la diversión y el tipo de juego que le da otro perro, así que no seamos tontos, si queremos construir una relación sólida con nuestro perro el juego es imprescindible para ello. 

Un último apunte, para aclarar un asunto que también suele entenderse de forma incorrecta. Nuestros perros no tienen la necesidad vital de obtener un espacio de tiempo para olfatear la zona. Hay algunos propietarios que creen firmemente que deben soltar a su perro para que inspeccione el lugar. Si soltamos al perro y no le ofrecemos alguna actividad con la que entretenerse, el resultado es un perro que busca en su entorno algo en lo que entretenerse y poder realizar algún tipo de actividad: Captar olores residuales, descifrar información codificada en ellos, posibles alimentos, presas potenciales (pájaros, ratones…). Es una respuesta ante la falta de estimulación o actividades. Desde que salimos de casa nuestro compañero ha ido captando de forma natural y espontánea los olores y estímulos diferentes que se han ido presentando en el entorno.

 Así termina un paseo, después de los ejercicios de obediencia y el tiempo de juego, volvemos a atar a nuestro perro y nos podemos encaminar, ahora sí, felices a casa.