El perro no es un lobo. Sin duda forman parte de la misma familia; los cánidos, pero son especies distintas. Hay hipótesis que defienden que el lobo (canis lupus) es el antecesor directo del perro (canis familiaris), otras en cambio, explican que esta familia, la de los cánidos, tiene su origen en una criatura prehistórica, el cynodictis, cuyos restos y análisis han revelado importantes descubrimientos en este área.
Sea cual sea el origen de nuestros perros actuales, lo que sí es seguro es que son criaturas que han evolucionado y se han desarrollado a lo largo del tiempo para llegar ha ser lo que en nuestro tiempo son: perros. Por ello, ni podemos tratarlos como si fueran lobos ni tampoco como si no fueran animales. La clave está en fijarse en el ahora, en la relación actual que sostienen hombre y perro. Aunque el perro descendiera directamente del lobo ya no lo es. Por eso, las relaciones y la educación basadas en la confrontación, sumisión y dominancia del propietario hacia el animal, no tienen sentido. La psicología del perro, aunque con rasgos similares a la del lobo, es diferente. Y es gracias a ello, por lo que entre otras cosas, se hace posible la convivencia con ellos. El perro convive con nosotros, lo contemplamos como un miembro más demuestra familia pero debemos entender que no por ello deja de ser un animal con su naturaleza inherente, sus costumbres y su forma de entender la realidad. Esto es fundamental tenerlo en cuenta para poder convivir de forma armónica con él. Le hemos dado nuestra familia pero no debemos olvidar mostrarle nuestras normas y enseñarle cómo debe respetarlas.

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